Salí con mi hijo de la feria de minerales, había un montón
de gente y ya nos llegó a agobiar. Además nos habíamos gastado los 50 € que
llevábamos para comprar piedras varias.
El caso es que salíamos hablando animadamente de piedras y
minerales y un par de manzanas después mi hijo ve a un señor tocando el
acordeón y me dice:
Papa, ese señor por qué está ahí, le digo que está
intentando ganar unos cuantos euros…
Me mira y dice: Pero este señor solo tiene dos euros en el
vaso y el que había en la otra esquina no tiene nada…
Le digo que para nosotros dos euros puede parecer poco pero
que para ellos cuatro o cinco euros quizá les permita ir tirando.
Me vuelve a mirar y me dice: Pero hace frío, mucho frío y la
gente no los mira cuando pasan a su lado, es como si no los vieran.
Le cuento que no hace mucho me encontré con alguien pidiendo
en la puerta de una cafetería y que le saqué un café calentito y estuve
charlando un rato con él, que me dijo que la cosa estaba complicada, que perdió
el trabajo y ahora pretenden que haga uno parecido por seiscientos euros y que
con eso no llega a nada. Me dijo que tenía suerte porque dormía en un cajero de
la Caixa y por lo menos dormía caliente y que la vida estaba muy complicada
y…Que había que seguir tirando para delante como fuera.
Mi hijo me dice que es normal porque yo soy una buena
persona pero que hace mucho frío, que si tenemos algo. Rebusco en los bolsillos
y solo tengo 50 céntimos, 50 míseros céntimos después de haberme gastado 50€ en
“piedras”.
Mi hijo se los da con una sonrisa, el señor del acordeón
sonríe ampliamente y nos da las gracias.
Según nos vamos mi hijo me dice: Pero hace mucho frío.
3 comentarios:
Es un mundo que desconozco,,,un saludo desde Murcia....
Gran chico tu hijo. Hay que ver cómo está el trabajo. Pero eso sí, ¡CRECEMOS! El problema es que con la macroeconomía ni se comía antes ni se come ahora; los grandes números no dan para pan, vino, garbanzos, ropa y habitación. Para eso son los pequeños números y esos demuestran cómo nos empobrecemos.
En otro orden de cosas, por Sacedón no pasé pero sí por Auñón este fin de semana pasado y ¡anda que no estaba lejos la lámina de agua de la carretera! Hasta que empiece a entrar agua no queda nada y eso supuniendo que llueva en la cabecera y no se lo lleven a otro sitio.
Un saludo
El mucho más cálido el corazón de esas piedras que compraste que el de la gente que pasa sin mirar y que juzga si se rechazan trabajos por miserables y tal y cuál.
Gran chico tu hijo, lo suscribo. Y sí...hace mucho frío a veces en esta vida.
Un gran abrazo, Flores
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