Habían estado allí montones de años,
vigilándonos, protegiéndonos. No eramos conscientes de su
presencia, aún así su presencia era muy necesaria. Se alimentaban
de algunos electrones que sobraban de vez en cuando, pero de pronto
un día...
Los electrones no llegan y cuando
llegan lo hacen con cuentagotas, apenas si había suficientes
electrones para mantenerse alerta y cumplir con sus funciones, cada
vez se fueron haciendo mas y mas famélicas, llegaron a quejarse de
que ya casi no le llegaban los electrones y los humanos apenas se
dignaron en mirarlas y sonreír y solo dijeron: Continuad con vuestro
trabajo...
De pronto, una mañana, alguien se dio
cuenta: ya no estaban por ninguna parte, se habían marchado todas...
intentaron sustituirlas pero, inexplicablemente, todas desaparecían
de nuevo; volvieron a aumentar el nivel de los electrones para que
hubiera de sobra, aún así, siguieron sin aparecer.
Inexplicablemente se habían marchado todas las farolas y el mundo
sucumbió a la oscuridad...
4 comentarios:
Las que montas últimamente.... curiosa historia con toques de ciencia ficción. A pesar de la foto no me esperaba el final.
Besos.
Habrá que vivir a la luz del sol, que de electrones tiene las alforjas llenas.
Bonito inicio ¿continuará?
¡Qué cosas tengo! ¿Cómo va a continuar si el mundo ya sucumbió?
Yo he venido a dar en el p. infierno!!
Laura, ya sabes es que soy rarito.
Amado, dandole vueltas quizá se podría hacer algo mas largo, no sé.
De todas formas es que la M-50 a las 6 de la mañana con todas las farolas apagadas da mucha pena...
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